Hola a todos. Juntos con Jesucristo, como cada semana.
Estar con El, escucharle, y hacer lo que Él nos diga,
nos va a dar vida abundante.
Porque se trata de escuchar, reflexionar y hacer.
Ayer comencé las clases de Tai Chi.
Éramos cuatro alumnas y el profesor.
Estábamos frente a una pared que es todo un espejo.
El profesor decía en voz alta,
mientras hacíamos los ejercicios
y sin venir a corregirnos:
vigilad la columna…,
que las rodillas no sobresalgan los pies…
o bajad los brazos porque os cansaréis así,
Yo me propuse estar atenta en mí misma
y ver qué es lo que yo hacía mal
de lo que él nos estaba advirtiendo.
Y después decidí observar a las demás.
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Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
- El Reino de los cielos
- El Reino de los cielos
se parece a un propietario
salió a contratar jornaleros para su viña.
Después de ajustarse con ellos
en un denario por jornada,
los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana,
vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo,
y les dijo:
- Id también vosotros a mi viña,
- Id también vosotros a mi viña,
y os pagaré lo debido.
Ellos fueron.
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde,
e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde
y encontró a otros, parados, y les dijo:
- ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?
Le respondieron:
- Nadie nos ha contratado.
Él les dijo:
- Id también vosotros a mi viña.
- ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?
Le respondieron:
- Nadie nos ha contratado.
Él les dijo:
- Id también vosotros a mi viña.
Cuando oscureció,
el dueño dijo al capataz:
- Llama a los jornaleros
y págales el jornal,
empezando por los últimos
y acabando por los primeros.
Vinieron los del atardecer
y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros,
pensaban que recibirían más,
pero ellos también recibieron
un denario cada uno.
Entonces se pusieron a protestar
contra el amo:
- Estos últimos han trabajado sólo una hora
- Estos últimos han trabajado sólo una hora
y los has tratado igual que a nosotros,
que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.
Él replicó a uno de ellos:
- Amigo, no te hago ninguna injusticia.
¿No nos ajustamos en un denario?
Toma lo tuyo y vete.
Quiero darle a este último igual que a ti.
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?
¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así, los últimos serán los primeros
y los primeros los últimos.
Palabra del Señor
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