Javier Luengo es el Delegado provincial de Laicos Dehonianos y
el Delegado provincial para la Misión compartida, en un ejercicio con muchos
proyectos y retos por delante. Ilusionado y con una gran responsabilidad,
nos disecciona las líneas generales de actuación.
– ¿Qué significa ser el
Coordinador de Laicos Dehonianos?
– En este momento es un reto para mí, porque creo que los
religiosos hemos entendido que la misión que llevamos en colegios,
en parroquias, de ESIC, en distintos ámbitos… no las podemos hacer
como si fuéramos nosotros, los religiosos los que tomamos las decisiones, y el
resto de laicos solamente colabora. Esto poco a poco ha ido calando y ya,
prácticamente, no hay nadie que no esté convencido de que es una misión
compartida. Tenemos que aprender a compartir la Misión y aceptar que hay
otras personas que toman decisiones sobre nosotros.
Por otra parte, muchos de nuestros laicos están acostumbrados a
hacer lo que nosotros les planteamos, pero no a tomar las riendas, a tomar las
decisiones. Eso es un mutuo aprendizaje, lo cual a mí me entusiasma, porque
aprender es estupendo y que nos pongamos un grupo de personas a aprender
mutuamente me parece que es una cosa buenísima.
– El ejemplo de lo que
comenta fue el tema central de la última edición de la Semana Ibérica.
– La Semana Ibérica me encantó, salí muy contento porque desde
el año 2000 se nos encomendó a otro compañero y a mí la labor de
crear y empezar con el grupo de Laicos Dehonianos. No sabíamos en ese
momento por dónde tirar, empezamos a llamar a gente que era cercana a nosotros,
que compartíamos cosas, y fue surgiendo una nueva mentalidad. Porque te
preguntas: ¿llamar a laicos, para qué? Para compartir la espiritualidad,
nuestro modo de ver las cosas, nuestro modo de rezar, pero te puedes preguntar
también que hay un montón de gente que está a piñón con nosotros en
la toma de responsabilidades, en la toma de decisiones, a la hora de atender un
niño, en la universidad… Esto tiene que ser algo más grande, no somos solo
nosotros, los religiosos, los que estamos al centro de la misión.
La Congregación empezó a plantearse el tema de compartir la
misión a muchos niveles, no es algo que nos pertenece a los religiosos, sino al
mundo y a la Iglesia. ¿Quiénes somos nosotros para decirle a alguien que es de
segunda en este mundo? Desde entonces se ha ido trabajando en ello. Con las
buenas ideas hay que tener paciencia, poco a poco ir sembrando para que la
gente vaya cambiando de mentalidad y ahora está la cosa madura para dar el paso
y decir definitivamente “vamos a compartir la misión”, como gente que comparte
de igual a igual, que es la idea.
– En Salamanca, ¿con qué
concepto se quedó de los grupos de trabajo?
– En primer lugar me quedé con la idea de esperanza, porque no
solo se abre un nuevo futuro a nuestras instituciones, también a una nueva
manera de hacer las cosas, y a mí eso me encanta. Me parece que es muy
profético y creo que es algo que tenemos que afrontar. En segundo lugar me
quedé con la idea de “aprendizaje”. Porque vamos a tener que aprender los
religiosos, no a ceder, sino aprender a trabajar con otros que, por otra parte
ya sabemos hacerlo en muchos ámbitos. Pero sí creo que tenemos que aprender a
tener más en cuenta las opiniones, a las personas que trabajan con nosotros, y
creo que muchos laicos tienen que aprender a asumir responsabilidades y un sentido
mayor de pertenencia: que si una cosa no sale les duela, que lo tomen como algo
propio. En tercer lugar me llevé una inquietud: hemos abierto expectativas
en la gente que ahora no podemos defraudar. Y es que esto nos pone a
prueba a todos, nos exige, porque le hemos dicho a la gente que tiene que
asumir más protagonismo, y si ahora alguien cierra puertas será difícil
de justificar.
– En los últimos años
los laicos Dehonianos han ido ganando importancia, motivo por el que se toma la
decisión de ir juntos por el mismo objetivo. ¿Cómo ha vivido la transformación
del papel de los laicos?
– La he vivido con tranquilidad e ilusión, porque a mí
personalmente compartir proyectos con otras me personas es
fantástico, se aprende unos de otros, las cosas salen mejor, se convoca más
gente, se involucra más gente, se crea un ambiente de trabajo y de pertenencia
que si lo hicieras tú solo no se crearía. Estoy convencido del trabajo en
equipo. Como docente me encanta el trabajo cooperativo, pero es que me he
dedicado sobre todo a la Pastoral Juvenil y creamos un equipo de jóvenes, se
les ha dado protagonismo, con el equipo de laicos también, una de las cosas que
más costó fue que vieran que es un equipo suyo, que estamos de asesores o
acompañantes, pero que no vamos a tomar decisiones por ellos. Ver a la
gente crecer cuando asume responsabilidades es muy bonito.
– ¿Hoy en día está la
Provincia preparada para asumir el cambio?
– Sí. Tendremos que aprender algo, todavía nos queda, pero no
podemos esperar más. Hay cosas que por mucho que se le expliquen a algunas
personas, no se va a convencer, hay otra gente que se irá convenciendo cuando
vayan yendo las cosas adelante, y otros, la mayoría son unos entusiastas que
enseguida nos entusiasmamos con las cosas y tiramos para adelante.
– De cara a este curso,
¿qué proyectos nuevos van a introducir?
– Veo varios retos posibles: tenemos que crear equipos
directivos en todos los centros y que esos equipos directivos, de alguna
manera, establezcan una estructura para que sientan que la misión es suya
también. Eso de cara a los centros educativos. Luego están los Laicos
Dehonianos, que creo que deben tomar más protagonismo y recuperar el
entusiasmo, haciendo una campaña más amplia para que haya más gente que,
probablemente no nos conoce, y les encantaría participar. Creo que tenemos que
encontrar el modo de juntarnos cada uno o dos años todos los que somos
Familia Dehoniana: laicos, jóvenes, religiosos, profesores, catequistas…; que
se nos vea, que hagamos algo en lo que todos estemos representados y
visibilizar lo que es la familia Dehoniana. Hay que abrirse también a la
internacionalidad, y aprovecho para deciros que en noviembre hay una reunión
europea en Coimbra de la Coordinadora Europea de la Familia Dehoniana. Luego,
en mayo hay una Jornada Mundial. Estos pueden ser momentos muy buenos para
animar y que salgan ideas de ahí.
– Ha hablado de que los
laicos están un poco desanimados, ¿hay que rejuvenecer el concepto, la manera
de comunicarse y actuar directamente sobre el origen?
– Los Laicos Dehonianos son personas que se sienten cristianas,
que quieren vivir su compromiso de vida y de fe de una manera muy del estilo
nuestro, bien porque se han educado con nosotros, o nos conocen y han captado
eso y les encanta. ¿Qué pasa? Hay personas que no conocen el grupo, otras no se
creen capaces de estar en el grupo y esto hay que comunicarlo. No
creo en los planteamientos de “¿hay alguien que se apunta?”, hay que ir a las
personas. Además, creo en el boca a boca para encontrar a padres, profesores,
profesionales que trabajan con nosotros… que les encantaría compartir nuestra
misión y hay que proponerlo. Va a ir de la mano la misión compartida con el
hecho de que haya personas que asuman nuestro carisma y lo llevan adelante sin
ser religiosos.
– ¿Van a ser muy
importantes los centros educativos para implantar esto?
– Sí, porque ahora mismo, es un lugar donde entramos en contacto
con mucha gente, tanto en los colegios como en ESIC. Las parroquias también
tienen un potencial enorme porque, a diferencia de los colegios donde tienes a
los alumnos durante un tiempo, pero luego la vida familiar está en otro sitio,
la parroquia está en el territorio, y tiene acceso directo a la vida personal
de la gente. En este sentido las parroquias tienen su campo. Y luego están las
misiones. Creo que hay mucha gente que va a hacer el Voluntariado
Misionero, que va a Ecuador, captan allí nuestro estilo y cuando vienen
estarían deseando que les ofreciéramos algo. También hay muchos jóvenes que
tienen familia y les voy a invitar a que den el paso a ser Laicos Dehonianos.
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