Unas pinceladas cortas sobre El Padre Dehon y las parroquias, acompañando a este vídeo del Papa.
El 3 de noviembre de 1871, el P. Dehon asume como
capellán vicario de la parroquia de San Quintín, que con sus 35.000 habitantes
es la más poblada de la diócesis. En esta ciudad “industrial” la injusticia y
la explotación del obrero son muy grandes. “La situación de esta pobre
gente es peor que la de los esclavos de la antigüedad... No hay duda de que
nuestra sociedad está podrida.”
En la casa parroquial Dehon goza de una vida de
comunidad, pero lamenta que el ministerio de los vicarios quede absorbido por los
entierros, los catecismos y las visitas a los enfermos: una pastoral que no
entra en contacto con los trabajadores. El joven vicario lo denuncia sin
rodeos.
En estas grandes parroquias sólo se
entra en relación con algunas familias escogidas. Cada vicario es recibido en
algunas casas que él frecuenta. El resto de la ciudad, no ve al sacerdote sino
raramente o tal vez nunca. No se construirán ciudades cristianas con parroquias
de 30.000 habitantes; está en contra de todo buen sentido. Es necesario que el
pastor conozca a sus ovejas y que las ovejas conozcan al pastor.
León toma contacto con los miembros de la conferencia
de San Vicente de Paúl, cuyo espíritu comparte desde su vida de estudiante. Y
por medio de ellos conoce la situación real del mundo popular obrero.
“Ante todo, sacerdote o laico
comprometido, es necesario que entiendan que no han sido hechos para la
sacristía. Ustedes son la sal de la tierra y la luz de la vida social.”
Uno de los mayores objetivos de su compromiso será
precisamente el de reconciliar al pueblo con la Iglesia.
El ministerio de Dehon asume una tonalidad social. Su pastoral no se
reduce a la distribución de los sacramentos; se inscribe en una sociedad cuyas
disfunciones humanas, sociales y políticas él analiza. Hallamos una primera y
significativa manifestación de ello en su predicación de Navidad que
tradicionalmente toca al último vicario llegado. Esta predicación, “verdadero
sermón social”, enfrentará al P. Dehon con la burguesía local.
Dehon es un educador preocupado por la formación de
los niños de los medios populares. Además del catecismo, les ofrece un espacio
de encuentro llamado “patronato”. Para no dejar a los muchachos en la calle y
para brindarles una educación integral, los reúne primero en su despacho y
luego en el patio de un pequeño pensionado que dirige un miembro de la
conferencia de San Vicente de Paúl. Durante el verano de 1872, procura hallar
un local más conveniente. Así empieza el Patronato San José para
la formación de la juventud. Dehon quiere que su proyecto sea un aporte para la
renovación de la sociedad y no un simple pasatiempo:
Demasiadas personas se imaginan que
nosotros no tenemos otra ambición que hacer jugar honestamente a algunos niños
los domingos. Nosotros apuntamos más alto. Nuestro fin es la salvación de la
sociedad por medio de la asociación cristiana.
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