Después que se sació la gente,
Jesús apremió a sus discípulos
a que subieran a la barca
y se le adelantaran a la otra orilla
mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente
subió al monte a solas para orar.
Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca
iba ya muy lejos de tierra,
sacudida por las olas,
porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús
andando sobre el agua.
Los discípulos, viéndole andar sobre el agua,
se asustaron y gritaron de miedo,
pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
- ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
Pedro le contestó:
- Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.
Él le dijo:
- Ven.
Pedro bajó de la barca
y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús;
pero, al sentir la fuerza del viento,
le entró miedo,
empezó a hundirse y gritó:
- Señor, sálvame.
- Señor, sálvame.
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
- Realmente eres Hijo de Dios.
- Realmente eres Hijo de Dios.
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De Carmen Pallarés
De J A. Pagola
De SCJ
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