Hola a todos. Juntos, como cada semana, con Jesucristo, el Hijo de Dios.
Yo puedo intuir algo del amor de Dios,
nuestro Padre-Madre,
porque soy madre.
He amado a mis hijas antes de que hiciesen monerías,
cosas estupendas para ganarse mi amor.
No necesitaron al nacer hacer nada estupendo,
solo por el simple hecho de ser hijas mías
ya emanaba, de mi hacia ellas,
un amor tremendo, inimaginable.
Eso es lo que sé.
Y, con el paso de los años,
a veces hacen monerías, y otras no, como yo,
y eso no merma el amor hacia ellas,
al contrario, cuando las ves un poco alejadas de lo bueno,
más las amas con locura,
y más deseas que les vaya bien.
Y Juan proclamaba:
- Detrás de mí viene el que puede más que yo,
y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua,
Yo os he bautizado con agua,
pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Por entonces llegó Jesús,
desde Nazaret de Galilea,
a que Juan lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua,
vio rasgarse el cielo
y al Espíritu bajar hacía él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo:
Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.
Palabra del Señor
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