Queridos
todos.
Me
piden unas palabras para que aparezcan en nuestra web y si las palabras curasen
me pasaría todas las horas que ahora tengo escribiendo. Ya tenemos ganas de
salir de esta situación y no hemos hecho ni empezar, tampoco sabemos cuánto va
a durar ni cómo salir.
Parece
que todo se cierra, a excepción de lo imprescindible. Se cierra hasta la puerta
de casa para no salir y para que nadie pueda entrar, y ¡cuánto nos está
costando! pues no estamos acostumbrados. La situación del Coronavirus nos va a
remover completamente a todos y a todo lo que hemos estado acostumbrados
durante tanto tiempo.
Me
alegra saber que también está removiendo aquello que ya olvidamos y lo teníamos
como inexistente. Me alegra la oportunidad que nos va a dar toda esta situación
de volver a reactivar lo más sagrado que tenemos los hombres y mujeres de
nuestro siglo XXI, que es nuestra humanidad con sus valores esenciales de
respeto, solidaridad, ayuda, familia, el valor del cuidado de los mayores y más
desprotegidos, el valor del encuentro y la amistad, el valor de las cosas
materiales o de nuestro planeta. ¡Hay que ver lo que es capaz de hacer un virus
tan pequeñito e invisible!
Sin
duda, de esta vamos a salir más humanizados y valorando más las cosas que
habíamos desprestigiado o dejado por el camino de la vida con nuestras prisas.
Todos
estamos comprometidos en la misma lucha y a veces esa lucha solo consistirá en
quedarnos en casa, otras veces en pensar en los que tenemos junto a nosotros, o
en los que están lejos y no podemos hacer nada por ellos. Sin duda, hay otros
que están mirando por todos los demás sin conocerlos y sin que les una ningún
lazo y me refiero a los sanitarios, agentes del orden público, transportistas o
aquellos que les está tocando servir en un supermercado, o una panadería, o en
una residencia de ancianos…
A
todos ellos nuestro agradecimiento sincero de corazón, aunque lo que hagan
nunca se vea recompensado. ¡Gracias amigos, aunque no os conozcamos! Que noble
es vuestra labor y cuanto bien estáis haciendo sirviendo a los demás desde el
riesgo y la generosidad. Por un momento pongámonos en su piel y quizás
descubramos que también nosotros estamos llamados a ayudar desinteresadamente.
Desde
nuestras casas, miremos y quizás encontremos quién nos necesita o a quién
ayudar. Seguro que en tantos días vamos a tener la oportunidad de ejercitarnos.
De
todas formas, os propongo ahora que tenemos tiempo y hemos dejado las prisas
atrás, que encontremos algún momento para decirle a Dios que le necesitamos,
que nos eche una mano a los humanos, que a pesar de nuestros olvidos confiamos
en Él. Oremos pensando sobre todo en los demás, en su salud y bienestar, en sus
situaciones concretas y a veces desesperadas.
Aún
no hemos entrado y ya estamos pensando en salir. Busquemos la parte positiva de
todo esto, y hagamos un esfuerzo por recuperar nuestra esencia de humanidad.
Hagamos lo que nos recomiendan y aconsejan desde las diversas instancias y
¡aguantemos el tirón!, con la esperanza de salir airosos y vencedores.
A
todos os envío un saludo y mi intercesión ante el Dios misericordioso, que nos
ama, aunque en estos momentos, a algunos les sea difícil descubrirlo. ¡Ánimo y
seamos positivos! Decía el refrán que “no hay mal que por bien no venga”.
Seamos valientes y luchemos juntos para poder salir de esta.
José
Luis Munilla
Superior
Provincial
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