VIGILIA 14 DE MARZO DE 2014
DiFERENTES
DONES Y MINISTERIOS:
UNA
SOLA FAMILIA
Introducción al espíritu de la vigilia
El 14 de marzo es un día
en el que recordamos no solo el nacimiento de nuestro fundador, el P. León
Dehon, sino también el nacimiento de nuestra vocación. Al hacer esto, pedimos
que esta vocación continúe viviendo en otros, y se nos recuerda que debemos ayudar
a los demás –que tienen otros modos de vivir en los diferentes lugares en que servimos–
a encontrar la vocación encerrada en su mundo interior (de la Carta
del Superior General y su Consejo para el 14 de marzo de 2014).
Ambientación
I – EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO
SACRAMENTO
Canto
Oración de alabanza y bendición
P/ Hermanos,
Alabemos y bendigamos a
Jesús Eucaristía, Roca espiritual que quita nuestra sed,
Pan vivo que nos sacia, Compañero
de nuestro peregrinar a la casa del Padre.
Oremos y digamos
R/ ¡Te alabamos y te bendecimos!
Jesús, tú eres la irradiación de la gloria del Padre.
Jesús, tú eres el ancla
de nuestra vida, esperanza segura que ha entrado en el corazón de Dios
Jesús, con una única
oblación has hecho perfectos para siempre a los que son santificados.
Jesús, que has dicho a
Simón Pedro y a Andrés, su hermano: “Seguidme, os haré pescadores
de hombres”.
Jesús, Hijo de Dios, que en el momento en que te place nos
dices a todos: Id también vosotros a mi viña.
Jesús, que en la diversidad de los dones y
ministerios, nos llamas a formar un solo cuerpo.
- Tiempo de silencio, alabanza,
bendición, adoración –
II - LITURGIA DE LA PALABRA
I LECTURA (12,3b-7.12-13)
De la primera carta de san Pablo apóstol a los Corintios
Hermanos, nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no
está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones,
pero todos proceden del mismo Espíritu.
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay
diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En
cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo
tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser
muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos
y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo
Espíritu. Palabra
de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL
Salmo 103 (104),
1abc.24ac.29bc-30.31.34
R/ Manda tu Espíritu, Señor, a renovar la tierra.
Bendice, alma mía, al
Señor:
¡Dios mío, qué grande
eres!
Cuántas son tus obras,
Señor,
y todas las hiciste con
sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
Escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento,
y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los
creas,
y repueblas la faz de la
tierra.
Gloria a Dios para
siempre,
goce el Señor con sus
obras,
cuando Él mira la
tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes,
humean. R/
P/ Oremos:
Señor, Dios nuestro, que
por la acción de tu Espíritu, nos llamas a proclamar “Jesús es Señor” según la
diversidad de los dones y de los ministerios, que, por el mismo Espíritu, nos distribuyes, haz
que cada uno de nosotros te sea agradable en la forma de vida cristiana a la cual
nos has llamado, viviendo con conciencia recta, con toda la dignidad,
en la fidelidad al propio
ministerio, en la certeza de que formamos un solo Cuerpo,
una sola Familia,en
Cristo, nuestro Señor.
R/ Amén.
- Tiempo de silencio
–
EVANGELIO (Mt 20, 1-16a)
Del Evangelio según Mateo
En aquellos días dijo Jesús a sus discípulos: “El Reino
de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar
obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los
envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en
la plaza, les dijo: “Id vosotros también a mi viña y os pagaré lo que sea
justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo
mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les
dijo: “¿Cómo os habéis quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”. Ellos le
respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Id también vosotros
a mi viña”. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo:
“Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y
terminando por los primeros”. Fueron entonces los que habían llegado al caer la
tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo
que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al
recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos
trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que
hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”. El
propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no
habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este
que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes
como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”. Así, los últimos serán
los primeros y los primeros serán los últimos». Palabra del Señor.
- Breve
momento de silencio –
Lectura del Exhortación
Apostólica “Vita consacrata”
Uno de los frutos de la doctrina de la Iglesia como comunión en estos
últimos años ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden
y deben aunar esfuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones, con
el fin de participar más eficazmente en la misión eclesial. De este modo se
contribuye a presentar una imagen más articulada y completa de la Iglesia, a la
vez que resulta más fácil dar respuestas a los grandes retos de nuestro tiempo
con la aportación coral de los diferentes dones.
En el caso de los Institutos monásticos y contemplativos, las relaciones
con los laicos se caracterizan principalmente por una vinculación espiritual,
mientras que, en aquellos Institutos comprometidos en la dimensión apostólica,
se traducen en formas de cooperación pastoral. Los miembros de los Institutos seculares,
laicos o clérigos, por su parte, entran en contacto con los otros fieles en las
formas ordinarias de la vida cotidiana. Debido a las nuevas situaciones, no pocos Institutos han llegado a la
convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son
invitados por tanto a participar de manera más intensa en la espiritualidad y
en la misión del Instituto mismo. En continuidad con las experiencias
históricas de las diversas Órdenes seculares o Terceras Órdenes, se puede decir
que se ha comenzado un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de
las relaciones entre las personas consagradas y el laicado (VC 54).
- Breve tiempo de silencio -
Canto
Oración a dos coros
1. Señor Jesús, con
todos nuestros hermanos cristianos proclamamos que tú eres el Hombre nuevo, en el
cual el Padre nos manifestó su amor.
2. Con la Encarnación,
te has unido a cada hombre; has trabajado
con manos de hombre; has pensado con mente de hombre; has actuado con voluntad
de hombre; has amado con corazón de hombre.
1. Te has hecho verdaderamente
uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado.
2. Tu Camino es nuestro
camino, que queremos recorrer.
1. Haz que vivamos el
don del bautismo, conscientes de la vocación y misión que nos confías.
2. Como discípulos del
P. Dehon, deseamos hacer de la unión a ti en tu amor por el Padre y por los
hombres, el principio y el centro de nuestra vida.
1. Te pedimos nos
concedas crecer en el amor para poder responder a quien sufre y está en necesidad
con nuestra solidaridad.
2. Manda a nuestra
Familia las vocaciones necesarias a la realización de la misión que, a través del Padre
Dehon, nos confías.
1. Danos la gracia
de vivir comprometidos en la promoción de la justicia y de la paz, para que el Reino de tu Corazón se actúe en las almas y en
las sociedades. Amén.
- Tiempo de silencio y oración personal
–
III – ORACIÓN UNIVERSAL Y BENDICIÓN (cf. AG 23-24)
P/ Hermanos:
Si bien el compromiso de difundir
la fe es cumplido por cada discípulo de Cristo según las propias posibilidades, Cristo Señor llama siempre de entre la multitud
de sus discípulos a quienes él quiere, para estar
con él y para enviarlos a predicar a las gentes. Pidámosle, hoy, con confianza por
la Iglesia y por nuestra Familia
Dehoniana.
Oremos diciendo:
R/ Escúchanos, Señor.
Señor, que por medio del Espíritu
Santo, distribuyes como quieres tus carismas para el bien de las almas, enciende
en los corazones la vocación misionera para que tu amor redentor sea anunciado y
acogido por todos los hombres y mujeres del mundo. Oremos.
Por los Sacerdotes del Sagrado
Corazón de Jesús, dotados con una vocación especial,
para que, fieles al carisma y a la
misión recibida a través del P. Dehon, trabajen
ardientemente a fin de que la ofrenda de los paganos sea bien acogida y santificada
por el Espíritu Santo. Oremos.
Por la Familia Dehoniana para que,
siguiendo el ejemplo de su Maestro, manso y humilde de corazón, demuestre que
su yugo es suave y su peso ligero y viva
auténticamente el Evangelio, con la paciencia y la longanimidad, con la
benignidad y la caridad sincera. Oremos.
Por los jóvenes y los adultos que,
dotados de natural actitud y capaces por calidad e ingenio, se sienten preparados
para emprender la actividad de anunciar el Evangelio de la Alegría, como
sacerdotes, religiosos o laicos. Oremos.
Por todos los que ya han iniciado
el camino vocacional para que, participando en la vida y la misión de aquel que
“se abajó a sí mismo, tomando la naturaleza de esclavo”, estén preparados para mantenerse
fieles por toda la vida a la propia vocación, a
renunciar a sí mismos y a todo lo que poseían, y a “hacerse todo para todos”. Oremos.
Por los misioneros y las misioneras, para que anunciando el Evangelio a
los pueblos,
hagan conocer con confianza el
misterio de Cristo, del cual son embajadores, de modo que tengan el ánimo de
hablar cuando es necesario, sin arrepentirse del escándalo de la cruz. Oremos.
P/ Señor y Dios nuestro,
que concedes a tu Iglesia los dones
espirituales,
conserva en ella la gracia que le
has dado,
para que brote siempre en nosotros
el don del Espíritu Santo,
que nos inspire y nos de fuerza
al testimoniar a Jesucristo, tu Hijo
y su obra redentora en el corazón
del mundo.
R/ Amén.
Tantum ergo
Bendición eucaristía
Canto final