El papa Francisco, esta mañana 17 de abril, en la celebración
de la misa, en la capilla de la residencia de Santa Marta, a la que asistieron
numerosos empleados del Instituto para las Obras de Religión (IOR).
Durante la homilía, el
papa comenta la primera lectura, de los
"Tras el martirio de Esteban, estalló una violenta
persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Hemos leído en en libro de los
Hechos que la Iglesia estaba completamente tranquila, completamente en paz, la
caridad entre ellos, las viudas eran atendidas. Pero luego llega la
persecución. Este es un poco el estilo de la vida de la Iglesia: entre la paz
de la caridad y la persecución». Y esto sucede porque esta, explicó, fue la
vida de Jesús. Tras la persecución, todos huyeron excepto los
apóstoles. Los cristianos en cambio "se fueron. Solos. Sin presbítero. Sin
obispos: solos." Los obispos, los apóstoles, estaban en Jerusalén para hacer un
poco de resistencia a estas persecuciones.
Sin embargo lo que
huyeron "fueron de lugar en lugar, anunciando la Palabra". Ellos
"dejaron su casa, llevaron consigo quizá pocas cosas; no tenían seguridad,
pero fueron de sitio en sitio anunciando la Palabra. Llevaban consigo la
riqueza que tenían: la fe. Aquella riqueza que el Señor les había dado. Eran simples
fieles, apenas bautizados desde hacía un año o poco más, quizá. Pero tenían el
coraje de ir a anunciar. ¡Y les creían! ¡E incluso hacían milagros!
"Muchos endemoniados expulsaban espíritus impuros, dando grandes gritos, y
muchos paralíticos y lisiados fueron curados".
Y al final "¡hubo
gran alegría en aquella ciudad!". Había ido también Felipe. Estos
cristianos --cristianos desde hacía poco tiempo- tuvieron la fuerza, el coraje
de anunciar a Jesús. Lo anunciaban con las palabras, pero también con su vida.
Suscitaban curiosidad: "Pero... ¿quiénes son estos?". Y ellos decían:
"Hemos conocido a Jesús, hemos encontrado a Jesús, y lo llevamos".
Tenían solo la fuerza del bautismo. Y el bautismo les daba este coraje
apostólico, la fuerza del Espíritu".
«Pienso en nosotros, bautizados, si
tenemos esta fuerza. Y pienso: “Pero nosotros, creemos en esto? ¿Que el
bautismo sea suficiente para evangelizar? O esperamos que el cura diga, que el
obispo diga… ¿Y nosotros?”». Demasiado a menudo, la gracia del
bautismo se deja un poco aparte y nos encerramos en nuestros pensamientos, en
nuestras cosas.
A veces pensamos: “No, nosotros somos cristianos: hemos
recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la primera comunión… y
así el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos
cristianos”.
Pero "¿Dónde está esta fuerza del Espíritu que te lleva
adelante?», «¿Somos fieles al Espíritu para anunciar a
Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras? Cuando
hacemos esto, la Iglesia se convierte en una Iglesia Madre que genera hijos»,
hijos de la Iglesia que testimonian a Jesús y la fuerza del Espíritu. «Pero cuando no lo hacemos, la Iglesia se convierte no en madre, sino en
Iglesia niñera, que cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia
adormecida. Pensemos en nuestro bautismo, en la responsabilidad de nuestro
bautismo».
Recuerdo un suceso en
Japón, en los primeros decenios del siglo XVII, cuando los misioneros católicos
fueron expulsados del país y las comunidades permanecieron más de dos siglos
sin sacerdotes. Sin.
Cuando luego volvieron los misioneros ¡encontraron a una
comunidad viva en la que todos estaban bautizados, catequizados, casados en la
iglesia! E incluso cuantos habían muerto había recibido una sepultura
cristiana.
«Pero no había sacerdote! ¿Quién hizo esto? ¡Los
bautizados!». He aquí la gran responsabilidad de los bautizados: «Anunciar a
Cristo, llevar adelante la Iglesia, esta maternidad fecunda de la Iglesia. Ser
cristiano no es hacer una carrera para hacerse un abogado o un médico
cristiano; no. Ser cristiano es un don que nos hace ir adelante con la fuerza
del Espíritu en el anuncio de Jesucristo».
Nuestra Señora oraba mucho.
Pero también les animaba: “Id, haced…!”».
"Pidamos al Señor --concluyó- la
gracia de convertirnos en bautizados valientes y seguros de que el Espíritu que
tenemos en nosotros, recibido por el bautismo, nos impulsa siempre a anunciar a
Jesucristo con nuestra vida, con nuestro testimonio y también con nuestras
palabras».
(17 de abril de 2013) © Innovative Media Inc.
Bendito sea Nuestro Señor que nos permite henoynescuchar sus mismas palabras por la boca de nuestro Papa Francisco.
ResponderEliminarAlabado sea el Señor.