18/4/13

Reflexión del Papa Francisco, muy interesante para los laicos, sobre Hechos de los Apóstoles (8, 1-8).








El papa Francisco, esta mañana 17 de abril, en la celebración de la misa, en la capilla de la residencia de Santa Marta, a la que asistieron numerosos empleados del Instituto para las Obras de Religión (IOR).
Durante la homilía, el papa comenta la primera lectura, de los
 "Tras el martirio de Esteban, estalló una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Hemos leído en en libro de los Hechos que la Iglesia estaba completamente tranquila, completamente en paz, la caridad entre ellos, las viudas eran atendidas. Pero luego llega la persecución. Este es un poco el estilo de la vida de la Iglesia: entre la paz de la caridad y la persecución». Y esto sucede porque esta, explicó, fue la vida de Jesús. Tras la persecución,  todos huyeron excepto los apóstoles. Los cristianos en cambio "se fueron. Solos. Sin presbítero. Sin obispos: solos." Los obispos, los apóstoles, estaban en Jerusalén para hacer un poco de resistencia a estas persecuciones.

Sin embargo lo que huyeron "fueron de lugar en lugar, anunciando la Palabra".  Ellos "dejaron su casa, llevaron consigo quizá pocas cosas; no tenían seguridad, pero fueron de sitio en sitio anunciando la Palabra. Llevaban consigo la riqueza que tenían: la fe. Aquella riqueza que el Señor les había dado. Eran simples fieles, apenas bautizados desde hacía un año o poco más, quizá. Pero tenían el coraje de ir a anunciar. ¡Y les creían! ¡E incluso hacían milagros! "Muchos endemoniados expulsaban espíritus impuros, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y lisiados fueron curados".

Y al final "¡hubo gran alegría en aquella ciudad!". Había ido también Felipe. Estos cristianos --cristianos desde hacía poco tiempo- tuvieron la fuerza, el coraje de anunciar a Jesús. Lo anunciaban con las palabras, pero también con su vida. Suscitaban curiosidad: "Pero... ¿quiénes son estos?". Y ellos decían: "Hemos conocido a Jesús, hemos encontrado a Jesús, y lo llevamos". Tenían solo la fuerza del bautismo. Y el bautismo les daba este coraje apostólico, la fuerza del Espíritu".

 «Pienso en nosotros, bautizados, si tenemos esta fuerza. Y pienso: “Pero nosotros, creemos en esto? ¿Que el bautismo sea suficiente para evangelizar? O esperamos que el cura diga, que el obispo diga… ¿Y nosotros?”». Demasiado a menudo,  la gracia del bautismo se deja un poco aparte y nos encerramos en nuestros pensamientos, en nuestras cosas. 

A veces pensamos: “No, nosotros somos cristianos: hemos recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la primera comunión… y así el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos cristianos”. 
Pero "¿Dónde está esta fuerza del Espíritu que te lleva adelante?», «¿Somos fieles al Espíritu para anunciar a Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras? Cuando hacemos esto, la Iglesia se convierte en una Iglesia Madre que genera hijos», hijos de la Iglesia que testimonian a Jesús y la fuerza del Espíritu. «Pero cuando no lo hacemos, la Iglesia se convierte no en madre, sino en Iglesia niñera, que cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia adormecida. Pensemos en nuestro bautismo, en la responsabilidad de nuestro bautismo».

Recuerdo un suceso en Japón, en los primeros decenios del siglo XVII, cuando los misioneros católicos fueron expulsados del país y las comunidades permanecieron más de dos siglos sin sacerdotes. Sin. 
Cuando luego volvieron los misioneros ¡encontraron a una comunidad viva en la que todos estaban bautizados, catequizados, casados en la iglesia! E incluso cuantos habían muerto había recibido una sepultura cristiana. 
«Pero no había sacerdote! ¿Quién hizo esto? ¡Los bautizados!». He aquí la gran responsabilidad de los bautizados: «Anunciar a Cristo, llevar adelante la Iglesia, esta maternidad fecunda de la Iglesia. Ser cristiano no es hacer una carrera para hacerse un abogado o un médico cristiano; no. Ser cristiano es un don que nos hace ir adelante con la fuerza del Espíritu en el anuncio de Jesucristo».

 Nuestra Señora oraba mucho. Pero también les animaba: “Id, haced…!”». 
"Pidamos al Señor --concluyó- la gracia de convertirnos en bautizados valientes y seguros de que el Espíritu que tenemos en nosotros, recibido por el bautismo, nos impulsa siempre a anunciar a Jesucristo con nuestra vida, con nuestro testimonio y también con nuestras palabras». 

(17 de abril de 2013) © Innovative Media Inc.



Ciudad del Vaticano, 17 de abril de 2013 (Zenit.orgRedacción | 611 hitos

1 comentario:

  1. Bendito sea Nuestro Señor que nos permite henoynescuchar sus mismas palabras por la boca de nuestro Papa Francisco.
    Alabado sea el Señor.

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