Hay personas que “se
disfrazan de cristianos” y pecan o de excesiva superficialidad o de demasiada
rigidez, olvidando que un verdadero cristiano es un hombre de la alegría que
basa su fe en la roca de Cristo.
Fue este el pensamiento de
fondo del Papa Francisco durante su homilía de la misa celebrada esta mañana en
la capilla de la Casa de Santa Marta.
Con el Pontífice
concelebró el Cardenal Arzobispo de Aparecida, Brasil, Raimundo Damasceno
Assis, junto a otros obispos. En esta Misa participó asimismo el personal de la
Dirección de Salud e Higiene del Vaticano, acompañado por el Dr. Patrizio
Polisca.
Rígidos y tristes. O alegres pero sin tener idea de la alegría cristiana. Son dos “casas”, en cierto modo, opuestas, en las que viven dos categorías de creyentes y que en ambos casos tienen un defecto grave: se fundan en un cristianismo hecho de palabras y no se basan en la “roca” de la Palabra de Cristo.
El Papa Francisco
individuó este dúplice grupo al comentar el Evangelio de Mateo, concretamente
el conocido pasaje de las casas construidas sobre la arena o sobre la roca.
“En la historia de la Iglesia ha habido dos clases de cristianos: los cristianos de las palabras – esos de 'Señor, Señor, Señor’– y los cristianos de la acción, en verdad.
Siempre ha
existido la tentación de vivir nuestro cristianismo fuera de la roca que es
Cristo. El único que nos da la libertad para decir ‘Padre’ a Dios es Cristo o
la roca. Es el único que nos sostiene en los momentos difíciles, ¿no? Como dice
Jesús: cae la lluvia, desbordan los ríos, soplan los vientos, pero cuando está
la roca está la seguridad, cuando son las palabras, las palabras vuelan, no
sirven.
Pero es la
tentación de estos cristianos de palabras, de un cristianismo sin Jesús, un
cristianismo sin Cristo. Y esto sucedió y sucede hoy en la Iglesia: ser
cristianos sin Cristo”.
El Papa analizó más de
cerca a estos “cristianos de palabras”, revelando sus características
específicas. Existe un primer tipo – definido “gnóstico – “que en lugar de amar
la roca, ama las bellas palabras” y por tanto, vive flotando sobre la
superficie de la vida cristiana.
Y después está el otro
tipo que Francisco llamó “pelagiano”, el cual tiene un estilo de vida serio y
almidonado. Cristianos, ironizó el Papa, que “miran el piso”:
“Y esta
tentación hoy existe. Cristianos superficiales que creen sí en Dios, en Cristo,
pero demasiado ‘difuso’: no es el Jesucristo que da el fundamento. Son los
gnósticos modernos. La tentación del gnosticismo. Un cristianismo ‘líquido’.
Por otra parte, están los que creen que la vida cristiana se debe tomar tan
seriamente que terminan por confundir solidez, firmeza, con rigidez. ¡Son los
rígidos! Estos piensan que para ser cristiano es necesario estar de luto,
siempre”.
El Obispo de Roma prosiguió diciendo que de este tipo de cristianos “hay tantos”. Pero objetó que “no son cristianos, sino que se disfrazan de cristianos”.
“No saben – insistió –qué
es el Señor, no saben qué es la roca, no tienen la libertad de los cristianos.
Y, para decirlo de modo sencillo, no tienen alegría”:
“Los primeros
tienen cierta ‘alegría’ superficial. Los otros viven en un continuo velatorio,
pero no saben qué cosa es la alegría cristiana. No saben gozarse la vida que
Jesús nos da, porque no saben hablar con Jesús. No se sienten sobre Jesús, con
esa firmeza que da la presencia de Jesús. Y no sólo no tienen alegría: no
tienen libertad. Éstos son esclavos de la superficialidad, de esta vida difusa,
y éstos son esclavos de la rigidez, no son libres. En su vida, el Espíritu
Santo no encuentra lugar. ¡Es el Espíritu el que nos da la libertad!
El Señor nos
invita hoy a construir nuestra vida cristiana sobre Él, la roca, el que nos da
la libertad, el que nos envía el Espíritu, el que te hace ir hacia delante con
la alegría, en su camino, en sus propuestas”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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