(1.997 – 2.012)
P. Artemio López Merino
Como bien sabes, el día 15 de octubre de 1.997 es la fecha oficial
de la segunda presencia misionera en Ecuador de los Sacerdotes del Sagrado
Corazón de Jesús. Según consta en la crónica de esta nueva implantación de
nuestra Congregación en Hispanoamérica, fue ese el día en que los nuevos
misioneros: P. Artemio López, P. Ramón
Soriano y H. José Mª Urbina, acompañados por el entonces Padre
Provincial de España, P. Aquilino Mielgo, por la mañana conocieron su nueva
morada en Leonidas Plaza-Bahía de Caráquez, y por la tarde tuvo lugar la firma
del convenio de colaboración de los SCJ de la Provincia española con la
Arquidiócesis de Portoviejo para Manabí.
Tanto los Dehonianos de la comunidad Bahía de Caráquez como los de
Quito, entendimos que los “15 años” vividos con mucha intensidad en este
“nuestro nuevo país”, bien merecía una celebración festiva, especialmente para
darle gracias a Dios por todas las bendiciones que nos ha prodigado durante
estos tres lustros, lo mismo a nosotros como a nuestras gentes y en nuestros diversos
apostolados.
Al recordar la señalada efeméride, así como la puesta en marcha de
“esta obra de Dios” tampoco podían quedar en el olvido dos personas providenciales
que hicieron posible se pudiera efectuar: de un lado, Mons. José Mario Ruiz,
entonces arzobispo de Portoviejo y Presidente de la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana, tanto por su perspicacia, dándose cuenta que en su arquidiócesis
hacía cien años habían estado unos misioneros de nuestra Congregación, como por
su insistencia ante el Padre General, P. Virginio Bressanelli y el Padre
Provincial de España para contar con nuestra presencia. Y de nuestra parte, el
P. Aquilino Mielgo, que verdaderamente se encariñó, en primer lugar del sentir
de la Provincia por instaurar una nueva fundación en América Latina y,
posteriormente, cuando la Provincia se decantó porque fuera en Ecuador, se
entregó a la causa con todo su entusiasmo y generosidad. Parece que, sobre
todo, se primó el recuerdo histórico, y se optó por el país elegido por el
Padre Fundador como la primera misión “ad gentes” de la Congregación.
Superadas y -creo que con buena nota- las pruebas a las que nos
sometió la “corriente del niño”, pronto empezamos a pensar en la creación de
una nueva comunidad y, a los dos años nos hicimos presentes en Quito, sin duda,
gracias a la magnanimidad de la Provincia española y al tesón y la constancia del
P. Aquilino en captar la voluntad de cuatro nuevos padres misioneros: Javier
Bravo, José Miguel Ochoa, Benjamín Ramos y Pablo José M. Zapiráin. En el transcurso
del tiempo fueron llegando otros padres más: Juan Pablo M. Sierra, José Luis
Domínguez, Pedro Jesús Arenas, José Carlos Rayo, Salvador Elcano y H. Jonathan
M. Gragera. A mediados del mes de marzo de 2.009 pudimos contar con la
colaboración de los Padres brasileños Renato Cadore y Bruno dos Santos y
posteriormente Edson Pacheco. En la actualidad somos doce religiosos (seis en cada comunidad), lo que
significa que, algunos de los que estuvieron en esta misión, una vez cumplidos
sus compromisos se tornaron a España ó a Brasil. No fue este el caso del P.
Javier Bravo, a quien Dios llamó a su Seno el 17 de marzo de 2.005 ¡Descanse en
la paz del Corazón de Jesús!
En nuestro sencillo repaso de estos 15 años, por lógica hemos
tenido que encontrarnos con lagunas, con momentos de desierto, con
precipitaciones, con faltas de calidad en nuestros testimonios evangélicos, con
desmotivaciones, con épocas de mucho activismo y no tanta calidad, con
cansancios inútiles, y con un largo etcétera de deficiencias. Pero también nos
ocurre que, al estar satisfechos del conjunto de nuestra presencia misionera en
Ecuador y, posiblemente siendo bastante optimistas, los fallos, los errores y
los defectos los tengamos como difuminados y oscurecidos por el recuento de
todo lo que nos ha salido bien.
Desde el inicio tuvimos muy clara la idea de plasmar en nuestra
actividad misionera la dimensión social (algo muy propio de nuestra Congregación,
fundada por un eminente sociólogo, el P. León Dehon), y nos empeñamos en hacer una
importante apuesta por lo social. Y, claro está, la prueba eficaz de esta
“aventura” fue la instauración de lo que llamamos “nuestras obras sociales”; con
el adjetivo posesivo “nuestras”, lo único que queremos remarcar es que tales
actividades dependen exclusivamente de las comunidades religiosas, pues en el
campo parroquial tenemos otra forma de trabajar la pastoral social. Estos son un
poco nuestros campos de acción o pequeñas instituciones benéficas sin ánimo de
lucro: los apadrinamientos de niños, el comedor infantil, el centro médico y la
farmacia popular, el centro de día para ancianos, la biblioteca “Gabriel
Grison” y los microcréditos de la “Fundación Orbayu”.
De igual manera, también estuvo muy presente en nuestros primeros
proyectos misioneros el de la animación vocacional a los jóvenes, para que
estuviesen atentos a seguir con nosotros las huellas de Cristo en el ejercicio
de los consejos evangélicos, imitando su forma
de vivir en pobreza, en castidad y en obediencia. Sin duda, siempre ha
sido esta una ardua tarea, donde sigue imperando la verdad del “muchos son los
llamados y pocos los escogidos”. En este momento, damos gracias al Señor por
contar en nuestras filas con un religioso de votos temporales, un novicio y
varios aspirantes ecuatorianos, a la vez que ponemos como intercesor de esta
causa al protomártir de los Dehonianos, el Beato Juan Mª de la Cruz.
Sin querer hacer un elenco de lo más positivo que hemos vivido y
logrado en estos 15 años, no me resigno a dejar sin subrayar como
sobresalientes: nuestra constancia en las 28 reuniones y 12 asambleas de la CTE
(Comunidad Territorial Ecuatoriana) - los 25 números de la revista “Mushuc Ñan”
(12 años) - la elaboración del “Proyecto de la Misión SCJ en Ecuador” - la
fidelidad a los ejercicios espirituales anuales y retiros de adviento y
cuaresma - la participación en la formación permanente - la presencia en las
reuniones a nivel de Congregación (General, Latinoamérica y Provincia)…
Conscientes de las muchas bendiciones del Dios providente durante
este tiempo de gracia, también somos sabedores de la intercesión de la
Santísima Virgen, así como la del Padre Dehon, a quien imaginamos contento con
la refundación de su primera Misión ad gentes. Por evitar la adulación,
expresamente dejamos de dar las gracias a personas concretas, aunque sí al
pueblo ecuatoriano por recibirnos con los brazos abiertos, por habernos
perdonado tantas imperfecciones y por seguirnos queriendo tal y como somos. De
igual modo, reconocemos la confianza de nuestros Superiores por enviarnos a
este apostolado, lo mismo que a nuestros hermanos religiosos por sus apoyos
constantes.
Religiosos dehonianos de la Comunidad Territorial de Ecuador
No hay comentarios:
Publicar un comentario