Intervención de monseñor González Montes en la cumbre de líderes religiosos de la UE
ALMERÍA, miércoles
18 julio 2012 (ZENIT.org).- La semana
pasada tuvo lugar en Bruselas, en la Comisión de la Unión Europea, la cumbre de
líderes religiosos de la Unión. En la cumbre participó el obispo de Almería,
monseñor Adolfo González Montes, invitado por el presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Durao Barroso. Es la primera vez que participa un obispo
español en esta cumbre, que se celebra anualmente a tenor del artículo 17 del
Tratado de Lisboa, que constituye la carta política de la Unión y establece el
diálogo entre las instituciones de la Unión y las Iglesias y confesiones
religiosas así como sociedades filosóficas. Ofrecemos a continuación el texto
de la intervención monseñor Adolfo González Montes, publicado en la página web
de la Diócesis de Almería.
*****
Señor Presidente,
Excelencias:
Agradezco la
oportunidad que se me brinda de dirigirme a ustedes en este encuentro
propiciado por las instituciones de la Unión Europea, expresión del
reconocimiento que las Iglesias cristianas y las confesiones religiosas, tan
ampliamente participadas por los ciudadanos, merecen como interlocutores de las
instituciones europeas.
La crisis económica
y social que sacude las sociedades de nuestros países tiene hondas raíces
morales, como se ha dicho autorizadamente por parte del santo padre y de los
obispos católicos y ministros de las confesiones religiosas. Así lo hemos
manifestado los obispos católicos de España, ante la gravedad de esta crisis en
la sociedad española, poniendo de manifiesto las causas y víctimas de la
crisis. El desempleo en España, que supera el 23% e incluye un paro juvenil del
50%. Se produce esta tasa de desempleo después de décadas de expansión
económica hasta alcanzar cotas de bienestar, dotando al país de modernas y
funcionales estructuras de transporte, comunicación y servicios, y un
importante dinamismo industrial capaz de hacerse presente en latitudes
diversas.
Según los expertos,
entre los factores que han acrecentado la crisis económica de España, se
encuentra el urbanismo expansivo, con insuficiente planificación y falta de
control de la especulación del suelo. Esto ha conducido a la “burbuja de la
construcción”, agravando la crisis financiera general y descapitalización de
algunos bancos. La construcción ha acaparado recursos que han sido sustraídos a
desarrollo industrial y a la promoción y consolidación de millones de pequeñas
y medianas empresas, en España muy numerosas, muchas de carácter familiar con
una importancia capital en la creación de empleo y en el sostenimiento de la
economía.
Por otra parte, una
tasa de desempleo como la actual sería insoportable de todo punto sin el
factor, igualmente preocupante, del crecimiento de la economía sumergida, que
según los datos estadísticos conocidos está por encima del 21% del PIB
nacional.
Con todo, la raíz
de nuestros problemas no está sólo en las dificultades económicas, sino en el
desorden moral que las ha generado.
Con la expansión de la economía ha crecido
en la sociedad un deseo de enriquecimiento fácil, rápido y sin escrúpulos, que
ha amparado la ilicitud de los medios empleados; elevadas comisiones de
intermediación en las operaciones económicas y lobbies que han contado con la
complicidad de la clase política, el fraude fiscal y el endeudamiento acelerado
de una sociedad, que ha vivido por encima de sus posibilidades reales sumando
su deuda a la cuantiosa deuda soberana.
Después del trabajo y el talento puesto
en juego por generaciones sacrificadas, el menoscabo de las virtudes ciudadanas
y la deslealtad con las instituciones han marcado la vida privada y pública,
con origen en una concepción materialista de la vida, que ha dado amparo al
egoísmo en los procedimientos económicos y la búsqueda de la rentabilidad
política, sacrificando el bien común a interesas sectoriales.
Se ha practicado
con frecuencia un populismo irresponsable e inmoral, dando cabida a demandas
ilimitadas, unas reales y otras creadas artificialmente, sin la correspondiente
formulación de los deberes y la toma de medidas encaminadas a la ordenación duradera
de la producción y la creación de trabajo, capaz de integrar los sectores y
regiones menos favorecidos y a la muy numerosa población inmigrante.
Las soluciones no
son fáciles y competen a los responsables de la vida pública y de los expertos,
pero no se pueden soslayar los principios éticos que deben orientar tanto las
decisiones y programas como la conducta de los sectores sociales. Todos han de
hacer lo posible para que las consecuencias más graves de la crisis no caigan
sobre los que menos recursos tienen. El desempleo degrada la dignidad del ser
humano y le arrebata la esperanza de desarrollar las propias facultades y
dotes, haciendo imposible el beneficio de la aportación al cuerpo social
mediante el trabajo, medio de desarrollo personal y espiritual. Los jóvenes
tienen derecho a encontrar un trabajo elegido, para el que se han preparado
durante años, que les permita fundar una familia y afrontar en edad adecuada la
promoción de los hijos.
Cualesquiera que
sean las medidas, la solución pasa por un cambio en la mentalidad que haga de
la dignidad de la persona humana criterio de la ordenación del trabajo. Para
ello es preciso no silenciar la afirmación de Dios como fundamento del orden
moral. La mayor aportación de las Iglesias, que ofrecen una contribución
estimable en el campo de la educación y los servicios asistenciales, la
realizan proponiendo una concepción del hombre y de la sociedad que se
fundamenta en la visión trascendente de la vida humana, que reclama el respeto
a la dignidad de la persona y a sus derechos fundamentales.
Tomando como
referente la situación española, una de las más emblemáticas en el momento
presente en la Unión Europea, quiero añadir algunas consideraciones vinculadas
al ámbito de la Unión Europea.
El «Pacto por el
crecimiento y la ocupación» aprobado por el Consejo Europeo hace referencia a
la introducción de una así llamada “Garantía para los jóvenes”, destinada a
proveer trabajo y formación profesional de los jóvenes. Conviene, sin embargo,
incentivar un papel más activo y audaz por parte de quienes ofertan el trabajo
para promover oportunidades laborales adecuadas para los jóvenes. Un segundo
ámbito sobre el que quisiera parar mientes se refiere a las políticas de la
Unión Europea para la juventud, que sería deseable que fueran cubiertas por el
«Programa Erasmus para Todos», el cual incluye otros sectores de actividad
(instrucción, formación y deporte). A fin de garantizar verdaderamente la
inclusión de todos y dar una oportunidad real de participación de todos en los
Programas de la Unión Europea, la creación de estructuras especiales debe ser
financiada mediante los fondos de la Unión Europea, como garantía de la
movilidad de los jóvenes. Me refiero, por ejemplo, a infraestructuras como son
las agencias u oficinas de información y asesoramiento para los jóvenes,
frecuentemente desempeñadas por organizaciones ligadas a la Iglesia.
Es ciertamente
deseable el objetivo de simplificación de los nuevos programas sostenidos
mediante fondos de la Unión Europea, lo cual es un elemento importante para la
Unión.
Esto no debería,
sin embargo, llevar consigo consecuencias negativas como: la renuncia a la
atención de una serie de situaciones y áreas de especificidad propia, como son
las siguientes:
1. La financiación
de un menor número de acciones;
2. y el incremento
de la competencia entre las organizaciones grandes y pequeñas.
Me parece,
finalmente, deseable que por lo que se refiere a las problemáticas en examen,
se continúe reflexionando sobre estos temas en el contexto del próximo «Año
Europeo de los Ciudadanos» (2013); incluyendo también el tema de la ligazón
entre solidaridad intergeneracional y participación social y política de los
jóvenes, los cuales, después de todo, han de conformar en el futuro una
minoría, aunque sea consistente.
Agradezco vivamente
la cortés atención a mis palabras.
+ Mons. Adolfo
González Montes
Obispo de Almería,
España
Obispo delegado en
la COMECE de la Conferencia Episcopal Española
Información sacada de Zenit:
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