y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María,
saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo
y dijo a voz en grito:
¡Bendita tú entre las mujeres,
y bendito el fruto de tu vientre!
Dichosa tú, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Lc 1, 39-42.45
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